miércoles, febrero 24, 2010

“LA HIPOCRESÍA DEL PURITANISMO…

A propósito de los probables tiempos de puritanismo que se nos vienen, un homenaje a Emma Goldman (1869 – 1940):
“LA HIPOCRESÍA DEL PURITANISMO…
El puritanismo nos ha hecho tan estrechos de mente y de tal modo hipócritas y ello por tan largo tiempo, que la sinceridad, así como la aceptación de los impulsos más naturales en nosotros han sido completamente desterrados con el consecuente resultado que ya no pudo haber verdad alguna, ni en los individuos ni en el arte….
El puritanismo inauguró su reinado de terror en Inglaterra durante los siglos XVII y XVIII, destruyendo y persiguiendo toda manifestación de arte y cultura. Ha sido el espíritu del puritanismo el que le robó a Shelley sus hijos porque no quiso inclinarse ante los dictados de la religión. Fue la misma estrechez espiritual que enemistó a Byron con su tierra natal; porque el genio supo rebelarse contra la monotonía, la vulgaridad y la pequeñez de su país. Ha sido también el puritanismo el que forzó a algunas mujeres libres de Inglaterra a incurrir en la mentira convencional del matrimonio: Mary Wollstonecraft, luego, George Elliot. Y más recientemente también exigió otra víctima: Oscar Wilde…
El puritanismo, con su visión pervertida tocante a las funciones del cuerpo humano, particularmente a la mujer la condenó a la soltería, o a la procreación sin discernir si produce razas enfermas o taradas, o a la prostitución. La enormidad de este crimen de lesa humanidad aparece a la vista cuando se toman en cuenta los resultados. A la mujer célibe se le impone una absoluta continencia sexual, so pena de pasar por inmoral, o fallida en su honor para toda su existencia; con las inevitables consecuencias de la neurastenia, impotencia y abulia y una gran variedad de trastornos nerviosos que significarán desgano para el trabajo, desvíos ante las alegrías de la vida, constante preocupación de deseos sexuales, insomnios y pesadillas.
El arbitrario, nocivo precepto de una total abstinencia sexual por parte de la mujer, explica también la desigualdad mental de ambos sexos. Es lo que cree Freud, que la inferioridad intelectual de la mujer o de muchas mujeres respecto al hombre, se debe a la coacción que se ejerce sobre su pensamiento para reprimir sus manifestaciones sexuales. El puritanismo, habiendo suprimido los naturales deseos sexuales en la soltera, bendice a su hermana la casada con una prolífica fecundidad. En verdad, no sólo la bendice, sino que la obliga, frágil y delicada por la anterior continencia, a tener familia sin consideración a su debilidad física o a sus precarias condiciones económicas para sostener muchos hijos. Los métodos preventivos para regular la fecundidad femenina, aun los más seguros y científicos, son absolutamente prohibidos; y aun la sola mención de ellos podrá atraer a quien los enuncie el calificativo de criminal…
Gracias a este tiránico principio del puritanismo, la mayoría de las mujeres se hallan en el extremo límite de sus fuerzas físicas. Enfermas, agotadas, se encuentran completamente inhabilitadas para proporcionar el más elemental cuidado a sus hijos. Añadido esto a la tirantez económica, impele a una infinidad de mujeres a correr cualquier riesgo antes que seguir dando a luz. La costumbre de provocar los abortos ha alcanzado tan grandes proporciones en Norteamérica, que es algo increíble. Según las investigaciones realizadas en este sentido, se producen diecisiete abortos cada cien embarazos. Este alarmante porcentaje comprende sólo lo que llega al conocimiento de los facultativos. Sabiendo con qué secreto debe desenvolverse necesariamente esta actividad y el fatal corolario de la inexperiencia profesional con que se llevan a cabo estas operaciones clandestinas, el puritanismo sigue segando miles de víctimas por causa de su estupidez e hipocresía…
Su ilimitada capacidad para hacer el mal tiene por causa su atrincheramiento tras del Estado y las leyes. Pretendiendo salvaguardar a la gente de los grandes pecados de la inmoralidad, se ha infiltrado en la maquinaria del gobierno, y añadió a su usurpación del puesto de guardián de la moralidad, que le correspondía a la censura legal, la fiscalización de nuestros sentimientos y aun de nuestra propia conducta privada….
El puritanismo, en cualquiera de sus expresiones no es más que un germen ponzoñoso. En la superficie podrá parecer fuerte y vigoroso; pero el veneno, el tóxico letal obrará por dentro, hasta que su entera estructura sea derribada. Todo espíritu libre convendrá con Hipólito Taine en que el puritanismo es la muerte de la cultura, de la filosofía y de la cordialidad social; es la característica de la vulgaridad y de lo tenebroso…”.
Por lo tanto, este 8 de marzo nos movilizamos, celebramos los derechos y libertades públicas alcanzadas, y exigimos los pendientes. Desde Plaza Italia hasta la Plaza de la Cultura, a las 18:00 hras. Nos vemos…
Por Verónica Lizana Muñoz

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