viernes, septiembre 15, 2006

Palabras de la Ministra de Cultura, Paulina Urrutia, en el lanzamiento del libro "En Jaque - Historias con historias", de Camilo Escalona.4 de septiem

La memoria es una mujer de cabellos largos, grandes pechos, y caderas de fuego. Súbitamente se nos aparece sonriente, soberbia e irascible o triste, humilde y comprensiva. Camina taconeando por los salones, disfrazada de esquela, escondida en el abrazo, en el beso o en el encuentro casual de dos, en la estación Baquedano.

La memoria tiene vocación y pachorra de amante, de cuerpo impúdico, de cama desecha, de sudor, de sal y saliva, de olor a vino y puchos de cantina.

La memoria habita en los cementerios, en avenidas y parques, se asoma en una canción de Silvio, en un poema de Pablo, en una pintura de flores descoloridas, en un afiche del NO, en una estatua silente.

Nunca falta quien cambia de vereda cuando ella se acerca, tal vez porque le temen o prefieren negarla o desconocerla, aunque la vida y las noches fueron largas de la mano de ella.

Vejada e insultada por la burla, han sembrado la duda de su existencia; dicen que sufrió un accidente, que caminando por la historia tropezó con el olvido, que fue atropellada y abandonada a la vera del camino.

Pero aunque han ocultado su rostro y maldecido, garabateando su imagen, siempre regresa a los oídos serenos, siempre retorna con sus pasos lentos. Nunca falta en la mesa de los amigos del barrio, nunca ha estado ausente en el encuentro de los que han caminado tanto y hoy como siempre vuelve a aparecer, pero con renovada sonrisa, con inusitada algarabía.

La memoria está aquí. Se escabulló entre nosotros de la mano de Camilo. Me dicen que se tomaron un café o miles de café, mientras él le contaba a ella o ella le contaba a él, dictándole estas páginas.

En la conversación se escribió el nombre de los ausentes, una cifra y tantas fechas. Se dibujó una bandera y un mástil; y las llamas y el humo también. Entonces hubo silencio y luego murmullos para hablar de Carlos y su "cabellera rojiza", de Ponce y el viejo Valdés, para hablar del frío y el golpe certero y de los sueños y tal vez…

En esa complicidad se reescribe una y mil veces la historia, desempolvando recuerdos heroicos y vivificando el anecdotario que cruza nuestra existencia azarosa.

En ese escenario de recuerdos Camilo aventuró la pluma y aventuró la tinta, y entre pluma y tinta apareció el regalo, el libro, la obra, que recogiendo su memoria nos recuerda que todos fuimos parte de la misma historia.

Muchas gracias.

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